Mauricio Orozco
Una niña bien, medio intelectual y desmadrosa, de esas que tienen en apariencia la vida resuelta, se ve envuelta en uno de los casos más sonados y polémicos en la historia del México contemporáneo: la desaparición y muerte de la niña Paulette Gebara Farah, una tragedia cuyo final sembró más dudas que certezas y que por años va a continuar dando vuelta en la cabeza de los mexicanos.
Amanda de la Rosa, una testigo privilegiada –si es que cabe el término en esta terrible historia- cuenta en ¿Dónde está Paulette? Crónica de una testigo (Océano 2010), los intríngulis de este drama que mantuvo frente a computadoras y televisores a millones de mexicanos que, en un principio, se volcaron en apoyo a una familia que buscaba desesperada a su pequeña hija de cuatro años desaparecida en circunstancias extrañas, pero conforme fueron pasando los días la sociedad se convirtió en su más feroz crítica, atizada por los medios de comunicación.
Amanda se halla de la noche a la mañana en medio de una pesadilla que su imaginación de periodista y guionista no habrían podido concebir. Es la íntima amiga de Lizette Farah, la madre de la pequeña Paulette. Ambas habían corrido con unos amigos una aventura en Los Cabos que tuvo un colofón fatal y que fue clave no solo en las investigaciones sino también en la forma en que las dos fueron juzgadas en los medios y las redes sociales.
La historia reunió todos los ingredientes para que la gente se metiera en el asunto: una familia aparentemente rica, en problemas, un matrimonio en el que ella supuestamente engaña al marido, una desaparición misteriosa que hace que cada quien fabrique su hipótesis, policías que no atan ni desatan en un país que reclama justicia.
Amanda de la Rosa cuenta esta trama y, a fuerza de limpiar su nombre y el de su polémica amiga, se desnuda ante el lector para admitir errores, fracasos, debilidades, pero también fortalezas. Una niña rica que tenía un boleto de avión a la India para buscar su verdad, se quedó varada en un país de pesadilla judicial.vis