Luis Cuenca
Las leyendas nos cuentan que en la noche de difuntos y en el momento que se escucha doblar una sola campanada es cuando las ánimas de los muertos, recorren los cementerios entre las tumbas más lejanas, olvidadas y desiertas, lo que siempre ha cautivado a los vivos.
El libro Guía de Fantasmas Bicentenarios incluye a ilustres, célebres y famosos (y otros que no lo son) con la pluma diestra de Yolanda Sierra. La obras nos recuerda que los humanos creyentes han aprendido desde la infancia, a venerar a las ánimas que son benditas porque (piensan) que actúan como seres desencarnados benefactores, entidades del otro mundo que, si bien no han alcanzado la gloria, esperan obtenerla pronto gracias a las oraciones, misas y limosnas de los vivos.
“¿Será esto cierto? La única verdad es que nadie ha intentado por lo menos investigar más sobre lo único que justifica la vida, hasta ahora considerado un fenómeno: la muerte”, dicen los editores de Endira.
Algunas supersticiones y consejas sobre el tema indican que es de mal agüero que la cruz descanse en alguna acera de la calle, pues en una de sus casas morirá una persona al poco tiempo.
Para que un muerto no se aparezca, ni inspire miedo a una persona, quien sienta horror deberá besarle los zapatos que llevará puestos a la sepultura, pero si el difunto tiene los ojos abiertos, es señal inequívoca de que se va a llevar pronto a alguien más de la casa.
De cualquier manera, una forma de pensar es que quienes se han ido al otro mundo vivirán por siempre mientras ocupen un lugar en nuestro corazón… Por lo tanto, recordemos a nuestros muertos con cariño a lo largo de todo el año en lugar de invocarlos con tristeza, y nunca con miedo, aunque sea una vez al año. VIS