LOS SECRETOS REALES DE GUERLAIN

LOS SECRETOS REALES DE GUERLAIN

Sofía Romero

La fama se levanta comúnmente paso a paso, la confirma el tiempo y es lo que ha pasado con la casa Guerlain, cuyos productos han sido joyas de la corona literalmente casi desde su nacimiento en 1828, cuando comenzaron a ser parte esencial de los tocadores reales.

Los biógrafos de la marca nos cuentan que la historia de Guerlain y la del lujo se entremezclan, pues desde su nacimiento sus creaciones tienen un lugar en el escenario de la nobleza de su clientela.

“Las cabezas coronadas de toda Europa e incluso el zar de Rusia anhelan sus refinadas Eaux de Cologne y sus ramilletes, muchos de los cuales llevarán sus nombres. La consagración vendrá con el Segundo Imperio, cuando la Emperatriz Eugenia elegirá para su uso personal la que será elevada al rango de Agua de Colonia Imperial, Eau de Cologne Impériale”, esto le da el toque de realeza.

Esa fue la creación que le valdrá a Guerlain el título de “Perfumista titular de Su Majestad”, cuyo célebre “frasco de las abejas” ha permanecido como su emblema.

Esta tradición del lujo y del ornamento, tan apreciada en la época de Napoleón III, es todavía hoy uno de los signos distintivos de Guerlain.

Pero es pasado majestuoso sigue vivo en creaciones y estuches contemporáneos, incluyendo el más imponente de todos: el situado en el número 68 de Champs-Elysées. Reinterpretado en 2005 por Andrée Putman y Maxime d’Angeac, este templo del lujo, con su escalera majestuosa, sus inmensas arañas cargadas de per las y su famoso “Lazo de oro”, es un modelo del género… o más bien de la emulsión de géneros, entre el estuche y la joya, ya que parece imposible decir cuál de los dos es más valioso.

Y joyas, un sinnúmero ha nacido desde el Segundo Imperio, de las que el maquillaje Guerlain se ha hecho el gran orfebre. VIS