Psicólogo Salvador Ortega Ávila
El fin de año es una época apreciada por la mayoría de las personas, independientemente de las creencias religiosas ya que nos marca el fin de un ciclo y da oportunidad de crear pensamientos positivos. Hay quienes albergan esperanzas, son los optimistas, y por otro lado los pesimistas, los que ven al año nuevo como uno más de sufrimiento y dolor, un año menos de vida, se sienten más viejos y más cerca de la muerte.
La gran diferencia de todo es el significado que le demos a las cosas. Como decía el filósofo griego Epicteto hace miles de años: «Lo que en verdad nos espanta y nos desalienta no son los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la manera en que pensamos acerca de ellos».
Para la población educada con creencias religiosas de influencia judeocristiana, la Navidad representa la oportunidad para reunirse y celebrar el nacimiento del “Niño Dios”, de Jesús de Nazareth, quien vino a este mundo terrenal para salvar a la humanidad con el perdón y el amor hacia sus semejantes, por lo que seguramente trataremos de reconciliarnos con familiares o seres queridos siguiendo el ejemplo de Jesús.
¿Pero qué pasa si los otros no quieren?, seguramente nos provocará una serie de reacciones, emociones y resentimientos.
Esta temporada la aprovechan y explotan muchas personas, sobre todo los comerciantes, quienes con sagacidad se encargan de influir en los sentimientos de la gente para alentar el consumismo, ya sea comprando regalos para demostrar los afectos, o en comidas y bebidas para disfrutar las fiestas.
Visto todo fríamente podríamos decir que estamos ansiosos de que llegue diciembre para empezar a disfrutar, pero ¿realmente todos podrán disfrutar lo que desean? Desgraciadamente creo que no, y no porque no quieran, sino porque se dejan llevar por sus impulsos y reaccionarán de una manera incorrecta sufriendo las lógicas consecuencias de su conducta.
Si la gente quiere pasar un diciembre feliz debe pensar de manera positiva y correcta, tratando de ser tolerante para aceptar el comportamiento de los demás de tal forma que logren convivir en armonía.
Pensar positivamente no significa crear fantasías, ver el mundo color de rosa o negar la realidad. Pensar en forma positiva se da creando una serie de elementos que proporcionen bienestar, tranquilidad, alegría, un estado placentero; si estos elementos se crean con base en las posibilidades, existirá también la probabilidad de que ocurran, siempre y cuando hagamos lo correcto y existan las condiciones adecuadas.
El pensar en forma correcta es la forma de lograr o acercarse a las metas u objetivos deseados: ser felices no solo en diciembre, sino la mayor parte de nuestra vida. VIS
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