Antonio Ávila
Un viejo dicho reza: “el amor entra por el estómago”, quizá no se un hecho para todo mundo, pero es cierto que la comida es fuente de felicidad. Y expertos del Grupo Chantilly indican que basta recordar algunos bueno momentos de la convivencia familiar en la mesa.
Pero el detalle es averiguar ¿la relación entre comida y felicidad? No se trata de ingerir alimentos esperando sonrisas por doquier, pero sí entender que un postre puede provoca sensaciones de alegría y gozo.
Esto tiene una razón, la dopamina es un neurotransmisor que genera placer, pero debe hacerlos de manera equilibrada para no desordenar el pensamiento, conducta o percepción. Y lo logran con el ejercicio y ciertos alimentos, muchos de ellos relacionados con el postre.
Algunas cosas que pueden ser placenteras:
La manzana. Una diaria sube la hidratación, da cantidad adecuada de antioxidantes, funciona como diurético y contiene dopamina.
El plátano contiene algo llamado triptófano, que se convierte en serotonina, la cual junto a la dopamina te dará un estado de relajación.
El chocolate ayuda a disminuir la presión arterial y los riesgos de sufrir enfermedades del corazón, además de que ayuda a la liberación de dopamina.
El té verde estimula la dopamina, combate el envejecimiento, ayuda a la prevención de arrugas, fortalece los huesos y la memoria.
Los frutos rojos aportan grandes cantidades de dopamina, están cargados de antioxidantes, vitaminas B6, C y niacina, también ayudan a luchar contra los procesos inflamatorios del organismo.
Los alimentos ricos en calorías activan la zona del “circuito de recompensa” en el cerebro y una cantidad más elevada de liberación de dopamina y energía cuando se consumen. Lo importante es saber que debes elegirlos de manera balanceada.
“El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta”, escribió Gabriel García Márquez. Así que el equilibrio está en tener claro que compartir un buen postre puede fortificar no sólo el cuerpo, sino una relación amorosa con actividades como:
Confianza, nada mejor que tener la libertad de elegir del menú lo que se quiera y disfrutarlo juntos.
Conversación, en ese momento solamente están en platillo y la pareja, un buen espacio para ponerse al día.
Cocinar juntos los hará conocer sus gustos, fortalezas y quizá dones y sazones que no se habían reconocido.
Cuando se llega a la satisfacción en la mesa, bien se crean vínculos y recuerdos especiales. Incluso cuando alguno de los dos tenga que seguir un régimen especial, tendrán que aprender a compartir y ocuparse de los intereses y necesidades del otro.
Hacer un espacio para disfrutar de la mesa no es lo mismo que tener un momento para comer. Hagan de cada encuentro algo especial.
En Grupo Chantilly “podemos darle razón a la sabia frase de las abuelas. El amor sí entra por el estómago, y eso puede tomar diversos significados cuando entendemos que comer balanceado y saludable refleja cariño propio, y que cuando se sabe compartir de un buen platillo, también se está demostrando afecto a los demás”.